Los fotógrafos que han experimentado la transición de la película al formato digital recuerdan bien el proceso: te vas de viaje dos, tres o cuatro semanas y vas disparando diapositivas. A la vuelta llevas los carretes a revelar con cientos o miles de fotos y cuando ya tienes las cajas con las diapositivas, las pones en la mesa de luz y vas descubriendo con la lupa cómo son realmente esas imágenes que tenías en la cabeza; algunas te decepcionan y otras te sorprenden.
Incluso cuando nació el digital las pantallas de los portátiles eran todavía bastante poco fiables, y lo normal era acumular las fotos en un disco duro de bolsillo que pesaba como un ladrillo. Al llegar a casa había que hacer malabarismos con photoshop para intentar acercar la foto a lo que creemos recordar que vimos con nuestros ojos o a la interpretación que queremos dar a la escena.
Hoy en día puedes hacer la foto por la tarde, y esa misma noche sacar la tarjeta de la cámara, conectarla al portátil y hacer un primer revelado con los colores, contrastes y el ambiente que has querido capturar. Esta foto de otoño la he tomado esta misma tarde. Cómo ha cambiado la cosa…
Una respuesta a De la diapositiva al digital, de semanas a horas